Permitidme antes que nada que os suelte un rollo. Se trata de una historia que le podría ocurrir a cualquier amante del vídeo. Si no tienes ganas de leerla puedes ir directamente hasta donde veas un título en negrita que diga «Ha llegado la hora de invertir en una Workstation como dios manda».
Pongamos que tenemos a un trabajador con muchas aspiraciones dentro de la postproducción y composición de vídeo, pero tal y como está el mercado lo tiene muy muy crudo. Pongamos que este trabajador consigue entrar en una empresa medianamente relacionada con el tema pero por supuesto, para empezar ha de tragarse todos los marrones que no tienen nada que ver con lo que a él le gustaría (nene hazme fotocopias, nene pásame este expediente, nene lístame las escenas de esta peli). A la vez intenta convencer a su jefe de lo bueno que sería hacer las animaciones «en casa» en vez de encargarlas a los externos en máquinas caras y obsoletas a la vez como un Edit Box. El jefe, obviamente, pasa de él.
Con el tiempo, nuestro pequeño trabajador va adquiriendo experiencia por su cuenta y en secreto instala en su ordenador una versión «educativa» de Combustion. Al cabo de un año el chico ya se ha tragado todos los tutoriales, interviene asiduamente en los foros especializados y consigue tener cierta soltura con el programa, aunque sigue abonado al photoshop (por lo menos ya no se come tantos marrones). Intenta de nuevo convencer a su jefe sin éxito. Su jefe en realidad no sabe qué puede hacer Combustion y se agarra como un clavo ardiendo al «más vale malo conocido» aun perdiendo dinero. Además, para él, el recién llegado es el típico pardillo. ¿Qué sabrá que no sepa yo?
El tiempo pasa y cuando nuestro currante cree que tiene nivel suficiente espera su oportunidad. De repente esta oportunidad llega. Un trabajo que se encarga a la empresa, de los baratos, sobre una serie de animación japonesa de unos niños que juegan al fútbol y llegan a ser campeones del mundo. El chico pega un brinco. ¡Es aquella serie de la infancia que tanto le gustaba! Pero han encargado un trabajo muy muy básico y muy muy barato. ¡Esto no puede ser! Sin que lo sepa su jefe, llama directamente al cliente y le propone hacer por su cuenta un menú animado. Tiene miedo que si su jefe se entera, quiera cobrarle al cliente como un trabajo más caro y se vaya todo al traste. El cliente, obviamente, encantado de la vida.
En el colmo del «pringue» este trabajador se lleva todo el material a casa y durante una semana hace una animación con Combustion. Es duro, y se lleva muchas decepciones y nervios. Suda tinta pero finalmente lo consigue. Ha quedado bastante trabajada y se la lleva al trabajo.
Al día siguiente su jefe pasa por delante del monitor de vídeo y se le abren los ojos como platos. No para de preguntar «¿Lo has hecho tú?» «¿Pero esto no se puede hacer con Edit Box, no?» «¿Estas sparks no se parecen a las de un Inferno?» El trabajador le aclara todas las dudas y ya le mira de otra manera. El jefe sigue sin ceder por los tratos que ya tiene con los externos pero eso no va a parar a nuestro pequeño pringadillo que ya tiene la directa puesta.
Nuestro currante desde ese momento hace más animaciones con Combustion pero esta vez desde horario de trabajo. Cada vez coge más experiencia y hace cosas más complicadas, pero se encuentra con un obstáculo; su ordenador. El Mac G4 a 1Ghz. no le permite hacer mucho. En sus últimas animaciones lo ha pasado realmente mal porque ha llegado a pensar que no llegaba a tiempo. No ya por los renders interminables, sino también porque a la hora de trabajar ha de hacerlo con un previo a calidad muy muy baja y aún así ha de esperar diez segundos desde que hace algo hasta que lo ve reflejado en la pantalla.
¡Hay que cambiar de máquina! Muy serio, nuestro currante se va a hablar con su jefe y se muestra extremadamente apocalíptico. Le dice que no puede producir como es debido y que el producto no puede aumentar la imagen y prestigio de la empresa. Que si quiere que siga animaciones decentes tiene que invertir. El jefe de nuestro amigo lo mira con recelo. Eso de dejar de vacilarle a los clientes sobre las animaciones tan bonitas que hacen sus niños no le hace ni pizca de gracia y accede.
Ha llegado la hora de invertir en una Workstation como dios manda
Pues sí. No tenemos cheque en blanco, pero sí lo suficiente como para dar un gran impulso a nuestra producción. Ha llegado la hora de crecer. El power Mac G4 ya era pequeño antes pero ahora se ha quedado a la altura del betún, y más aún para un programa como Combustion que no está en absoluto optimizado para esta plataforma. Una estación para Combustion encargada directamente al señor «Discreet» nos puede salir por unos doce millones de las antiguas pesetas. Veremos como conseguir un equipo más potente por una fracción de ese coste.
Seguramente muchos «maqueros» no estarán de acuerdo con lo que voy a decir, pero hoy por hoy se puede afirmar rotundamente que Combustion para Mac no tiene nada que hacer al lado de la potencia bruta de un Combustion en un PC. Yo mismo hice la prueba. Exactamente el mismo render con el mismo material en un AMD 2200+ tardaba bastante menos que en un Power Mac G5 dual a 2Ghz. El AMD incluso tenía menos memoria (un Gbyte contra 1.5 del Mac).
Está claro que Combustion es un programa que necesita «chicha». Y esto se traduce en memoria y potencia de coma flotante a montones. En este último punto el IBM 970 de los Mac aún tiene mucho terreno por acortar con la plataforma x86 de Intel y AMD. Así que tomando este dato como base vamos a ver los pros y las contras.
Por un lado, el sistema del diseñador por excelencia y por tradición ha sido el Mac OS, ya sea en su versión Classic o X. Su estabilidad a toda prueba, los pocos viruses que hay desperdigados para esta plataforma, su configurabilidad de red heredada de Linux y un entorno de lo más «chic» y funcional le dan varios puntos.
Por otro lado tenemos al PC. Potencia a raudales a bajo precio. Configuración personalizada, un amplio abanico de fabricantes de componentes y el Combustion optimizado para esta plataforma.
Difícil elección, así que ¿por qué no escoger lo mejor de cada uno? Esto es posible ya que los proyectos de Combustion son multiplataforma y se pueden abrir tanto en un Mac como en un PC. Así pues podríamos efectuar el trabajo del proyecto en un Mac de última hornada para que no se nos atragante el programa y disfrutar de las bondades del OSX y luego enviar el proyecto a un PC para el render. Yendo aún más allá, podríamos aprovechar todos los ordenadores de la empresa que estén en reposo en ese momento para que ayuden en el render. Eso es posible gracias al módulo Backburner que incluye el programa de Discreet de forma totalmente gratuita.
Así pues, pongamos un Power Mac G5 dual de 2.5Ghz con un par de gigas de RAM, discos duros en RAID para la creación del proyecto y una gigabit ethernet. El valor estimado será de unos 3300 € a precio de la Apple Store. Aprovecharemos el monitor que ya tengamos.
Por otro lado montaremos un rack de 12″ donde insertaremos un par de bases pizza. Estas bases consisten en una placa base de PC dual, con la tarjeta de red y de vídeo integrada, procesador y RAM. En esta ocasión montaremos unos dual AMD64 3.6Ghz con dos gigas de RAM cada uno. Cada base puede salir aproximadamente por un valor estimado de 1500€. A quien piense que es un precio excesivamente barato para un dual hay que aclarar lo que realmente se compra, que es la placa base, el procesador y la memoria. Ni monitor, ni ratón, ni tarjeta gráfica, ni tarjeta de sonido ni absolutamente nada más, porque no lo vamos a necesitar. Tan sólo la fuerza bruta.
A esto hemos de sumar el coste de un HUB Gigabit. No hay costes de software porque el Mac ya viene con el SO y aprovecharemos la versión de Combustion del viejo ordenador. En cuanto a los PC la licencia de Windows de nuestra empresa permite hasta 10 estaciones de trabajo en red sin tener que actualizarnos. No olvideis que los módulos de render en red que lleva Combustion (Backburner) son gratuitos.
El tinglado montado sale por algo más de un millón de las antiguas pesetas y tendremos una estación de trabajo potente como la que más. El coste se puede amortizar en un par de meses y tiene la ventaja de que si alguna temporada viene el típico cliente cascarrabias que te diga «Te pago el triple pero lo quiero mañana» sólo hay que comprar un par más de bases de pizza o las que haga falta, conectarlas al hub y ya hemos duplicado nuestra capacidad de render. Lo que antes tardaba una noche entera ahora tardará una tarde y nuestro cliente contento como unas pascuas.







































