Podría ser el nombre de un nuevo disco de mezclas ahora que se anima el panorama de los megamixes. Pero no; desgraciadamente el encabezado hace referencia pura y dura a lo sucedido el pasado sábado en el polideportivo Montigalà de Badalona. Para los que no se enteraron, que seguramente fueron muchos dada la nula promoción, fue el lugar escogido para organizar la final nacional del concurso de DJ’s DMC. La más prestigiosa organización a nivel mundial, que a este paso se va a quedar como sombra de lo que fue.
En esta edición de 2008 se estrenaban los organizadores y todo fue un cúmulo de despropósitos que sufrieron los concursantes y el escaso público que se enteró del evento. En nuestro caso tuvimos la suerte de conocer a uno de ellos, por lo que nos enteramos casi de rebote. De lo contrario hubiera pasado sin más pena que gloria por delante de nosotros, aunque para sufrir esperas de cuatro horas en el caso de los participantes y dos y media por parte del público tampoco hubiera sido para tirarse de los pelos.
La cosa tenía que empezar a eso de las 10 de la mañana para los participantes, para pasar las rondas previas. Añádanles cuatro horas de espera y tendrán la hora en la que empezaron realmente. Y por si fuera poco el público no pudo asistir a estas rondas previas. Todo eso por no hablar del jurado que tuvo que improvisarse aprisa y corriendo. Al final, de ocho participantes pasaron cuatro a la final. Bueno, en realidad tres porque uno pasaba directamente como defensor del título. ¿Para eso hacen falta rondas previas? ¿Por qué no concursaban ya todos directamente?
A las siete de la tarde se abrían las puertas al público teóricamente, pero esgrimiendo “problemas técnicos” no se facilitó la entrada hasta pasadas las nueve. A algunos medios (los más vistosos como la TV de Badalona) se les facilitó la entrada mientras que otros tuvieron que esperarse como todos, como nos comentó un colega de un periódico local mientras esperábamos en la explanada de enfrente.
Ya dentro del recinto llamó la atención la poca afluencia de público (la mayoría acompañantes de los concursantes), que aún parecía más frío en un enclave que a todas luces era excesivamente espacioso y poco acogedor. Aún tuvimos que esperar más de media hora hasta que se decidieran a empezar con las actuaciones para evidenciar un sinfín de problemas técnicos. El equipo de sonido era viejo y de buen principio petardeaba por el exceso de frecuencias graves. Un detalle del que no se dieron cuenta hasta la mitad del show. Los monitores de los que se servían los participantes para escuchar el directo parecían cobrar vida propia y dejaban de sonar cuando menos se lo esperaban… sería por aquello de sorprender.
Todo ello deslució un espectáculo que, salvo por pequeñas intervenciones como en la ronda final de la batalla por supremacía, se volcó en el ritmo puro y duro en detrimento de la musicalidad; una característica que se ha ido perdiendo con el paso de los años y que ya pasa a formar parte de la “old school”. Los efectos y scratches que eran una delicia para los oídos han dado paso al “a ver quién lo hace más rápido y con la base más cañera”. Para gustos los colores, claro está.
Las interrupciones entre ronda y ronda fueron interminables sin saber muy bien por qué. El ritmo se hizo lento y pesado, y al “speaker” que no paraba de pedir “buyas” al público tampoco es que se le entendiera muy bien lo que decía. ¿Dónde estás, Jordi Carreras? Lo peor fue que en ningún momento sabías qué estabas viendo y quién pinchaba, ya fuera porque no lo decían o porque costaba de entender los nombres pronunciados con el micro casi metido en la boca. Las decisiones del jurado… cómo siempre; al revés de lo que opinaba el público.
Como suele suceder, lo mejor siempre vino de mano de las actuaciones. Los Goldfinger crew ofrecieron un adelanto de lo que sería su actuación para el evento mundial que tendrá lugar en Londres a mediados de septiembre. Un poco en la línea C2C que tan de moda han puesto. Poco aguantamos ya más porque era pasada la madrugada y el cansancio pudo con nosotros por más que lo intentamos, así que dimos por cerrada la sesión cuando DJ Pimp estaba a media actuación y fuimos en busca de un refrigerio. Por lo que se ve, el mismo jurado hizo una actuación más que destacable pero que ya no vimos.
No sé si los nuevos organizadores pagaron cara la pardillada de la primera vez pero desde luego hay mucho mucho que mejorar. Lo primero es el trato organizativo a concursantes y público. Es imperdonable que no se siga un horario y que se salte a la torera sin más explicación. La falta de concursantes y el hecho de que se tenga que hacer una ronda previa no es motivo justo para privar al público de ver actuaciones. Hubiera sido preferible que actuasen tres o cuatro minutos en vez de tres y que el ritmo de las actuaciones fuera mucho más rápido y entretenido y con más participantes. Así el DJ también hubiera tenido que poner toda la carne en el asador al disponer de poco tiempo.
El sitio era totalmente inadecuado. Mucho mejor haberlo hecho en una sala de discoteca más recogida y en donde la presencia del público se nota más. La información al público fue escasa en todo momento y el “speaker” la verdad es que aunque no lo hizo mal tampoco es que fuera la bomba con sus “buyas”. Por otra parte fue normal la falta de público ante la escasa repercusión mediática del evento. Una verdadera lástima tirar por tierra el prestigio de un certamen que se lo ganó con creces en ediciones anteriores, capaces incluso de llenar la megadiscoteca más grande de Europa (Gran Velvet) en una final de Catalunya. ¿Qué está pasando? Señores, mírense el ombligo… mejor aún, miren videos de ediciones anteriores y tomen nota.
Magistral critica del certamen. Aunque se echa en falta conocer la suerte que corrió nuestro turntablista, Dj Killer.
Gran trabajo Zapa.