Hace ya días que se comenta la nueva iniciativa de Martin Varsavsky, fundador de Jazztel, en la que propone un nuevo modelo de negocio basado en la conectividad distribuída de acceso a la red. Dicho en otras palabras, que los usuarios cedan parte de su ancho de banda al resto de usuarios y a la vez se pueda aprovechar de los excedentes de estos.
Me he resistido a escribir sobre ello hasta que hoy he visto un excelente artículo en La Vanguardia firmado por Norberto Gallego en el que hace una breve reseña de este buen señor y a continuación explica en qué consiste FON y el estado actual de la iniciativa.
Aunque sigo mostrándome algo excéptico sí que esta vez me he animado a transcribir este recorte de diario puesto que incluso se ha hecho eco incluso en la prensa americana de los nada menos que 18 millones de euros que ha conseguido de empresas como Google o Skype, rivales de facto. Os dejamos con el texto íntegro que también podeis consultar en este enlace.
En España, tiene una reputación de emprendedor en serie: ha fundado siete empresas, entre ellas Jazztel y Ya. com, y acumuló una fortuna que ahora dedica a la promoción de ideas no lucrativas. En Argentina, su país natal, tiene fama de filántropo, tras haber creado y donado al Estado una red educativa. Bajo ambas facetas de la personalidad de Martín Varsavsky circula un común sustrato de idealismo, que vuelve a la superficie en su última iniciativa.
En octubre lanzó desde su blog (spanish. martinvarsavsky. net/) la propuesta de crear una red inalámbrica global y era previsible que tendría el apoyo de una legión de activistas digitales. Pero cinco meses después, Varsavsky ha conseguido lo más difícil, recaudar el equivalente a 18,2 millones de euros aportados por una coalición circunstancial en la que se codean Google y Skype – extrañamente juntos- con los fondos de capital riesgo Sequoia Capital e Index Ventures. La cuantía de la inversión es enorme para una empresa emergente, más aún si ha nacido en España. Y la prensa de EE. UU. ha tenido el detalle de destacar esta circunstancia.
El proyecto se llama FON (para coincidir con la pronunciación de phone) y puede describirse como una invitación masiva a los usuarios de internet para que compartan una parte del ancho de banda de que disponen y no utilizan, como contribución a una comunidad universal que iría creciendo y creciendo hasta alcanzar la apoteosis con un millón de puntos de acceso inalámbricos en cuatro años.
El punto de partida es sugerente: en promedio, los internautas apenas usan un 5% de la capacidad que tienen contratada. Sería posible, en teoría, destinar el excedente a un mercado sui géneris, idea que suscita a partes iguales entusiasmo y escepticismo. Se entiende el entusiasmo, puesto que FON conjuga tres nociones caras a muchos aficionados: telefonía gratuita, intercambio de ficheros y software de código abierto. Los que dudan, que también son muchos, argumentan que el modelo económico es impreciso y haría falta una masa crítica para saber si puede ser rentable, o al menos sostenible. Por el camino, FON habrá de convencer a los proveedores de acceso, sin cuyo consentimiento esta red comunitaria no podría materializarse.
Según explica Varsavsky, los foneros pueden escoger entre tres fórmulas. Unos, los llamados linus – homenaje a Linus Torwald, creador del sistema operativo Linux- pondrán a disposición de la red como máximo la mitad de su ancho de banda y, a cambio, podrán utilizar gratuitamente cualquier punto de acceso de la red FON alrededor del mundo. Los bill – supuesto dardo a Microsoft- percibirán un canon por el ancho de banda que aporten, pero pagarán cada vez que consuman capacidad ajena. Por último, los aliens abonarán una suscripción por participar de la red como usuarios. Mientras las dos primeras categorías tienen sabor a economía de trueque, el papel de la tercera es suministrar los recursos para mantener vivo el sistema.
La tarifa mensual, estima el fundador, debería costar lo mismo que un billete de metro o autobús, para que FON sea realmente popular. De tal modo, el proyecto se inscribe en una tendencia que se abre camino en los negocios on line: que muchos usuarios paguen poco, o muy poco, por los servicios que consumen. Y si la pega son los micropagos, de esto pueden ocuparse PayPal (de los dueños de Skype) o el servicio Gbuy, que pronto lanzará Google.
Ya se han apuntado más de 9.000 foneros,la mayoría en Europa y en los últimos días, atraídos por el acicate de que el dinero de Silicon Valley subvencionará los routers necesarios para conectarse. En esta fase inicial, su precio será de 20 euros, cuando en el comercio se venden a más del doble; el software de conexión preinstalado será gratuito y apto para profanos.
La próxima barrera que deberá superar FON es la de los proveedores de acceso a internet, con quienes promete repartir los ingresos, a cambio de su compromiso de no bloquear las conexiones que los foneros establezcan a través de sus redes fijas. Lo que unos pintan como eficiencia en el uso de las infraestructuras, para otros es ni más ni menos que una amenaza al modelo establecido. Los más críticos son los proveedores integrados en compañías operadoras, que han desplegado puntos de acceso público con nula rentabilidad por ahora.
Que Varsavsky haya logrado sentar a Google y Skype en la misma mesa es en sí mismo una proeza. La adhesión de la primera recuerda que tiene en marcha experimentos a escala local con redes Wi-Fi. Por su parte, Skype – cuyo tráfico se calcula en 18.000 millones de minutos- parece temer que los operadores levanten barreras técnicas contra la telefonía gratuita por internet. En ambos casos, lo mínimo que FON puede aportarles es un campo de pruebas para nuevas fórmulas de negocio.
Ciertamente, FON no es el primer intento de este tipo, aunque sí es el primero que surge de la galaxia alternativa. Algunos proveedores de Wi-Fi han abandonado proyectos comerciales ante la certeza de que las empresas, presuntos clientes, no les seguirían. La filosofía de FON es diferente, pero tendrá que afrontar resistencias varias, además de resolver los problemas de seguridad y de intimidad que pudieran plantear los usuarios. Todo ello en un contexto normativo incierto, sin precedentes.
la filosofía es diferente… o no. algunos creemos que se puede compartir el acceso a internet sin un modelo de negocio como el de fon. ejemplo: el proyecto WiFree, basado en un modelo descentralizado y 100% libre. más info: http://www.wifree-project.net
Es una iniciativa que desconocía. Gracias por tu aportación y por darla a conocer. Todo proyecto cuyo objetivo sea el reparto equitativo del acceso a la cultura es bienvenido. 🙂